“Si
quieres viajar rápido, anda solo.
Sí
quieres ir lejos, ve acompañado”.
Proverbio
africano.
El Día Mundial del
Tai Chi y el Chi Kung fue creado por el profesor estadounidense Bill
Douglas y su esposa Ángela en el año 1999. En el 2006 comenzó a celebrarse en
el Parque del Éste “Generalísimo Francisco de Miranda” de nuestra capital, el Festival Día Mundial del Tai Chi y el Chi
Kung, a modo de evento organizado dirigido a todo público, cuya meta es la
de festejar el ya señalado día mundial.
Los objetivos del Día Mundial del Tai Chi y el Chi Kung, según
Bill Douglas, son, a groso modo, promocionar y difundir estas disciplinas a
nivel global, haciendo énfasis en sus aspectos sanitarios. Por otra parte,
dicha celebración persigue el que el practicante de ambas artes, se reconozca
como miembro de una comunidad planetaria, una “Chenjiagou”* global.
El Festival que hacemos en el Parque del Éste caraqueño,
tiene esos mismos objetivos, pero adaptados a nuestra comunidad citadina, si es
que tomamos al Parque del Éste como el centro de Tai Chi y el Chi Kung de la
ciudad capital.
De modo que el objetivo de promover y difundir la artes del
Tai Chi y el Chi Kung, entre el público no conocedor, pasa por ofrecer una
visión integral de las mismas, donde los aspectos marciales, meditativos y de
autorrealización, así como deportivos, pueden llegar a ser tan importantes,
como sus reconocidas virtudes medicales.
Si el Tai Chi y el Chi Kung son disciplinas
multi-dimensionales –para hablar de las diferentes perspectivas complementarias
con que pueden abordarse-, desde otro punto de vista podemos tomarlas, por la vastedad
de su diseminación en distintas prácticas y formas, como un ecosistema cuya
gran riqueza consiste en la gran diversidad de estilos y expresiones (Tai Chi
Chuan) y de modalidades de práctica (Qigong), necesarias todas para la
existencia y el devenir de éstas disciplinas hermanas en su conjunto.
Estos dos objetivos están diseñados para desmontar y
desactivar (deconstruir) los aparatajes de confrontación que han aquejado sobre
todo al Tai Chi nacional: el linaje-centrismo
y el reduccionismo deportivo. Porque
si el Tai Chi y el Chi Kung caraqueños desean honestamente participar con todo derecho
en una festividad diseñada para una comunidad global, antes tenían que,
localmente, formarse como una verdadera comunidad (común-unidad).
Linaje centrismo y reduccionismo deportivo son sólo los dos
polos desde los cuales se estructuran los dispositivos psico-bélicos que
fragmentan nuestra comunidad: enfrentamiento entre seguidores de un mismo
linaje marcial, entre distintas expresiones de un mismo estilo de Tai Chi,
entre distintos estilos de Tai Chi, entre el arte marcial que se practica en
China continental y el que se cultiva en las comunidades chinas de ultramar, y,
finalmente, entre Tai Chi tradicional y Tai Chi contemporáneo.
Frente a esta balcanización del arte del Tai Chi nacional (que
se da en mucho mayor grado que en el Chi Kung), el festival del Parque del Este
declara, de palabra y de hecho, que todos los linajes, expresiones dentro de un
estilo, y estilos de Tai Chi, sean practicados en sus versiones tradicionales o
contemporáneas, son Tai Chi, y por tanto, dignos de respeto, comprensión y
admiración. Como dijo J. Justin Meehan (“Yang y Cheng: una lucha por su
identidad”): “son un solo tai chi chuan”.
Sería mezquino pensar que los objetivos de nuestro festival
caraqueño están limitados sólo a nuestra pequeña comunidad. Pienso que también
se quiere influir en el resto de la sociedad, al menos la más cercana e
inmediata (familiares, vecinos, amigos, compañeros de trabajo, etc.); aunque
sólo sea por el simple hecho de constituir un ejemplo dinámico de comunidad
viable.
Es preocupante que nuestra sociedad se haya polarizado a
tal extremo que ya lo común es esperar de las personas –aún las más educadas- violentas
reacciones automáticas si se toca algún tema político álgido con algún matiz
inesperado. Las posibilidades de la reflexión y la conversación se han reducido
a su mínimo deseable. La proyección
de todo lo negativo en el bando contrario hace que sea imposible el que cada
quien pueda reconocer hasta qué punto el “espíritu de partido” (Madame de
Staël) se ha posesionado de su ánimo. Así, hemos ido transformándonos en una
sociedad de fanáticos (no importa el bando), que sólo ven lo que quieren ver, y
sólo escuchan lo que quieren oír. Habrá que preguntarse si, transformados en
tan irreflexivas e intolerantes personas, despojados de real ciudadanía, vamos a poder
re-democratizar nuestra sociedad, si, como enunció Jaques Lacan durante el Mayo
francés del 68, lo que queremos es un Amo (a derecha o izquierda), y no una
sociedad abierta, con su consecuente compromiso con la tolerancia, la
pluralidad y el respeto al derecho ajeno.
A través de sus 10 años de vida, el Festival del Parque del
Éste ha ido poniendo en práctica las virtudes necesarias para la existencia de
esa comunidad local de practicantes de Tai Chi y Chi Kung: actitud abierta e
integradora, comprensión y comunicación (antes que autoritarismo), tolerancia y
fraternidad. Es gratificante observar que muchísimos taichicheros y chikuneros
asiduos participantes de nuestros festivales, han hecho de las virtudes
mencionadas no sólo bandera de convivencia entre los grupos y escuelas del
parque, sino los han convertido en principios para la vida en sociedad y el
buen vivir. Como escribió Lao Tsé, un viaje de mil leguas comienza con un paso.
Cuando mi Shifu Javier Vásquez vivía en Venezuela y daba
sus clases en el parque, recibía a las personas interesadas en practicar con
él, con estas palabras: “Antes de recibirte en la escuela, me gustaría que
dieras una vuelta por el parque, y observaras a todas las escuelas y sus
profesores. Que indagaras un poco en sus programas de estudio y los estilos que
practican. Que sopesaras bien si el profesor y los alumnos, el terreno y el
horario, de cada escuela que visites, son de tu real agrado. Todos los estilos
y variantes del Tai Chi Chuan son buenos y merecen ser practicados y conocidos.
Escoge para ti el que sientas que mejor se aviene con tu naturaleza. Si después
de todo eso, decides estudiar en nuestra escuela, volveremos a vernos aquí y
comenzaremos a practicar juntos el arte del Tai Chi.”
En estos 10 años de existencia, nuestro pequeño festival se
ha convertido en ese caleidoscopio donde se puede observar la riqueza de la
diversidad de lo que se practica en el Parque del Éste, girando armoniosamente
en torno a la esencia centrípeta de ambas artes ancestrales. Mil flores de cien
pétalos diferentes, pero una sola y profunda raíz. Este modesto logro, es el
mejor regalo que damos a propios y extraños cuando celebramos juntos el Día
Mundial del Tai Chi y el Chi Kung, en el Parque del Este caraqueño.
R. C.
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