lunes, 2 de mayo de 2016

RESEÑA DEL X FESTIVAL DÍA MUNDIAL DEL TAICHI Y EL CHIKUNG

(¿Primera Parte?)



El Décimo Festival Día Mundial del Tai Chi y el Chi Kung del caraqueño Parque del Este, representa un logro memorable, al menos por dos razones. La primera es que ya el festival cumplió una década de existencia. La segunda, es que dicha versión del festival estuvo organizada por dos damas, Ana María Ferreiro (Khan Tai/ Sieng Cheng) e Ismenia Yánez (Nei Dan), co-coordinadoras del Comité Organizador.

Este último logro del X Festival, no se refiere al hecho de que sean mujeres, pues ya el segundo festival fue organizado por la profesora Ynés Matute (Pachi Tanglang) y luego la profesora Nunzia Gallo organizó la tercera versión del mismo. El logro consiste en que tanto Ana María como Ismenia no fungen como directores de escuela (aunque tengan responsabilidades en las organizaciones a las que pertenecen), de modo que representan el comienzo del proceso democratizador en la organización del festival, tal como está estipulado en el Proyecto del Festival y en la Exposición de Motivos del Comité Organizador, textos fundacionales del referido Festival. La idea rectora es siempre estar abiertos a que miembros de la comunidad de practicantes, puedan participar en la organización del festival y ser miembros de pleno derecho de su Comité Organizador anual.

Antes de Ana María e Ismenia, como co-coordinadoras pro tempore, pasaron por la organización del festival como coordinadores, los profesores Roberto Chacón (1er Festival), Ynés Matute (2do Festival), Nunzia Gallo (3er Festival), Johnny Rondón (4to, 5to y 6to Festivales), Getulio Aguilera y Hernani Jiménez (quienes comenzaron las co-coordinaciones / 7mo, 8vo y 9no Festivales).

El X Festival se organizó de un modo levemente diferente al del año pasado. En lugar de talleres realizados al mismo tiempo, se optó en prácticas dirigidas de corta duración, realizada por diversos profesores y estudiantes avanzados, diseñadas para que todos los presentes pudieran participar. Otro cambio fue el de incluir una competencia de posturas (sostenerlas). También la hora de inició se modificó, fijando las 8:30 AM como fecha de comienzo. Finalmente, se escogió como final del programa, antes del almuerzo comunitario, la realización colectiva del Tai Chi-Chi Kung 18, en lugar del Tai Chi 24 y los tradicionales 32-36.

El X Festival comenzaría con el profesor Getulio Aguilera de la Escuela Pachi Tanglang (Preparación), y luego seguirían las prácticas guiadas: Hernani Jiménez de Panda Gaoxing (Jibengong de Sun Taijiquan), Ivonne Duhart de Nei Dan (Qigong de Ideogramas), Atilio Fini de Lohan Fu (Esquema de Tan Tui de Wu Taijiquan), Johnny Rondón de Khantai Kwong (Qigong Puño de Hierro), Roberto Chacón por Sieng Cheng (Chansigong de Chen Taijiquan), Getulio Aguilera (Qigong de 5 Elementos), y finalizaban con Bruno Cruicci (Introducción al Wing Chun).

Después vendría la competencia de posturas, a la que seguirían las exhibiciones: 10 Formas de Abanico de Yang Taijiquan (Nei Dan: Ismenia, Ivonne, Adelaida y Antonieta); Forma 12 de Sun Taijiquan (profesor Hernani Jiménez y alumnos de la Cátedra de Sun del Instituto Sieng Cheng y Panda Gaoxing), Forma 24 Yang y Espada Seda y Bambú (profesor Johnny Rondón y alumnos. Exhibición simultánea), Forma 36 de Chen Taijiquan (Instituto Sieng Cheng: Alejandro Díaz y Javier Pernía), Tan Tui de Wu Taijiquan (Atilio Fini de Lohan Fu), Forma de Sable Yang (alumnas de Ta Chuang de San Antonio de Los Altos), y finalizaban con la tradicional exhibición del Templo Shaolin de Venezuela.

Para finalizar las actividades: el Qigong Shibashi 18. Luego, el compartir comunal.

A esta programación de actividades se opuso el impredecible dios Tlaloc, dios de la lluvia de los antiguos aztecas. Debido a que en Caracas empezó a llover desde las tres de la madrugada, se pospuso el comienzo de la programación para después de las 9 AM. El profesor Getulio inició su preparación apenas arribó al sitio (pasadas las 9), tanto porque amenazaba con llover otra vez como por compromisos personales que le impedían quedarse a todo el evento. A pesar del tiempo, casi 70 personas se sumaran al festival que comenzaba. A 10 para las 10 AM, el profesor Hernani comenzó su práctica guiada, y hasta ahí llegó la programación. La lluvia hizo que los asistentes buscáramos refugio en la edificación de la Jaula de los Pájaros y allí hiciéramos un improvisado compartir.

No es la primera vez que la lluvia hace que un Festival se suspenda total o parcialmente. El último Sábado de abril, fecha del Día Mundial del Tai Chi y el Chi Kung, cae en la frontera entre nuestra época de sequía y la de lluvias, de manera que a veces quedamos de el lado seco de la frontera, y otras, del lado mojado, como sucedió el pasado Sábado.

Los organizadores dejaron abierto el tema de si se hacía el festival la tarde del próximo Sábado (o el siguiente), o se posponía ya definitivamente para el 2017 (de ahí la pregunta entre paréntesis tras el título de la presente reseña). De modo que es posible que haya una segunda parte de esta reseña.

Una buena noticia para los seguidores del festival, es que ya abrimos un Blog (Blogger) para el mismo (Festival Día Mundial del Tai Chi), que sustituye a las páginas dedicadas al Festival presentes en el Blog de Nei Wai-Jia Venezuela, y que serán eliminadas en el plazo de una semana. En el nuevo Blog del Festival podrán leer esta reseña, así como los textos fundacionales del Festival (Proyecto y Exposición de Motivos), ya antes nombrados. Las fotos se irán montando, con preferencia, en el facebook del Festival (Facebook Amigos del Festival Día Mundial del Tai Chi y el Chi Kung).

Nuestra gratitud a todos los que, a pesar del clima, asistieron a la convocatoria. Para todos ellos y el resto de los practicantes ausentes: ¡Feliz Día Mundial del Tai Chi y el Chi Kung!


R. C.

10 Años del Festival Día Mundial del Taichi y el Chikung, Parque del Este, Caracas


“Si quieres viajar rápido, anda solo.
Sí quieres ir lejos, ve acompañado”.


Proverbio africano.


El Día Mundial del Tai Chi y el Chi Kung fue creado por el profesor estadounidense Bill Douglas y su esposa Ángela en el año 1999. En el 2006 comenzó a celebrarse en el Parque del Éste “Generalísimo Francisco de Miranda” de nuestra capital, el Festival Día Mundial del Tai Chi y el Chi Kung, a modo de evento organizado dirigido a todo público, cuya meta es la de festejar el ya señalado día mundial.

Los objetivos del Día Mundial del Tai Chi y el Chi Kung, según Bill Douglas, son, a groso modo, promocionar y difundir estas disciplinas a nivel global, haciendo énfasis en sus aspectos sanitarios. Por otra parte, dicha celebración persigue el que el practicante de ambas artes, se reconozca como miembro de una comunidad planetaria, una “Chenjiagou”* global.

El Festival que hacemos en el Parque del Éste caraqueño, tiene esos mismos objetivos, pero adaptados a nuestra comunidad citadina, si es que tomamos al Parque del Éste como el centro de Tai Chi y el Chi Kung de la ciudad capital.

De modo que el objetivo de promover y difundir la artes del Tai Chi y el Chi Kung, entre el público no conocedor, pasa por ofrecer una visión integral de las mismas, donde los aspectos marciales, meditativos y de autorrealización, así como deportivos, pueden llegar a ser tan importantes, como sus reconocidas virtudes medicales.

Si el Tai Chi y el Chi Kung son disciplinas multi-dimensionales –para hablar de las diferentes perspectivas complementarias con que pueden abordarse-, desde otro punto de vista podemos tomarlas, por la vastedad de su diseminación en distintas prácticas y formas, como un ecosistema cuya gran riqueza consiste en la gran diversidad de estilos y expresiones (Tai Chi Chuan) y de modalidades de práctica (Qigong), necesarias todas para la existencia y el devenir de éstas disciplinas hermanas en su conjunto.

Estos dos objetivos están diseñados para desmontar y desactivar (deconstruir) los aparatajes de confrontación que han aquejado sobre todo al Tai Chi nacional: el linaje-centrismo y el reduccionismo deportivo. Porque si el Tai Chi y el Chi Kung caraqueños desean honestamente participar con todo derecho en una festividad diseñada para una comunidad global, antes tenían que, localmente, formarse como una verdadera comunidad (común-unidad).

Linaje centrismo y reduccionismo deportivo son sólo los dos polos desde los cuales se estructuran los dispositivos psico-bélicos que fragmentan nuestra comunidad: enfrentamiento entre seguidores de un mismo linaje marcial, entre distintas expresiones de un mismo estilo de Tai Chi, entre distintos estilos de Tai Chi, entre el arte marcial que se practica en China continental y el que se cultiva en las comunidades chinas de ultramar, y, finalmente, entre Tai Chi tradicional y Tai Chi contemporáneo.

Frente a esta balcanización del arte del Tai Chi nacional (que se da en mucho mayor grado que en el Chi Kung), el festival del Parque del Este declara, de palabra y de hecho, que todos los linajes, expresiones dentro de un estilo, y estilos de Tai Chi, sean practicados en sus versiones tradicionales o contemporáneas, son Tai Chi, y por tanto, dignos de respeto, comprensión y admiración. Como dijo J. Justin Meehan (“Yang y Cheng: una lucha por su identidad”): “son un solo tai chi chuan”.

Sería mezquino pensar que los objetivos de nuestro festival caraqueño están limitados sólo a nuestra pequeña comunidad. Pienso que también se quiere influir en el resto de la sociedad, al menos la más cercana e inmediata (familiares, vecinos, amigos, compañeros de trabajo, etc.); aunque sólo sea por el simple hecho de constituir un ejemplo dinámico de comunidad viable.

Es preocupante que nuestra sociedad se haya polarizado a tal extremo que ya lo común es esperar de las personas –aún las más educadas- violentas reacciones automáticas si se toca algún tema político álgido con algún matiz inesperado. Las posibilidades de la reflexión y la conversación se han reducido a su mínimo deseable. La proyección de todo lo negativo en el bando contrario hace que sea imposible el que cada quien pueda reconocer hasta qué punto el “espíritu de partido” (Madame de Staël) se ha posesionado de su ánimo. Así, hemos ido transformándonos en una sociedad de fanáticos (no importa el bando), que sólo ven lo que quieren ver, y sólo escuchan lo que quieren oír. Habrá que preguntarse si, transformados en tan irreflexivas e intolerantes personas, despojados de real ciudadanía, vamos a poder re-democratizar nuestra sociedad, si, como enunció Jaques Lacan durante el Mayo francés del 68, lo que queremos es un Amo (a derecha o izquierda), y no una sociedad abierta, con su consecuente compromiso con la tolerancia, la pluralidad y el respeto al derecho ajeno.

A través de sus 10 años de vida, el Festival del Parque del Éste ha ido poniendo en práctica las virtudes necesarias para la existencia de esa comunidad local de practicantes de Tai Chi y Chi Kung: actitud abierta e integradora, comprensión y comunicación (antes que autoritarismo), tolerancia y fraternidad. Es gratificante observar que muchísimos taichicheros y chikuneros asiduos participantes de nuestros festivales, han hecho de las virtudes mencionadas no sólo bandera de convivencia entre los grupos y escuelas del parque, sino los han convertido en principios para la vida en sociedad y el buen vivir. Como escribió Lao Tsé, un viaje de mil leguas comienza con un paso.

Cuando mi Shifu Javier Vásquez vivía en Venezuela y daba sus clases en el parque, recibía a las personas interesadas en practicar con él, con estas palabras: “Antes de recibirte en la escuela, me gustaría que dieras una vuelta por el parque, y observaras a todas las escuelas y sus profesores. Que indagaras un poco en sus programas de estudio y los estilos que practican. Que sopesaras bien si el profesor y los alumnos, el terreno y el horario, de cada escuela que visites, son de tu real agrado. Todos los estilos y variantes del Tai Chi Chuan son buenos y merecen ser practicados y conocidos. Escoge para ti el que sientas que mejor se aviene con tu naturaleza. Si después de todo eso, decides estudiar en nuestra escuela, volveremos a vernos aquí y comenzaremos a practicar juntos el arte del Tai Chi.”

En estos 10 años de existencia, nuestro pequeño festival se ha convertido en ese caleidoscopio donde se puede observar la riqueza de la diversidad de lo que se practica en el Parque del Éste, girando armoniosamente en torno a la esencia centrípeta de ambas artes ancestrales. Mil flores de cien pétalos diferentes, pero una sola y profunda raíz. Este modesto logro, es el mejor regalo que damos a propios y extraños cuando celebramos juntos el Día Mundial del Tai Chi y el Chi Kung, en el Parque del Este caraqueño.
R. C.


Reseña del IX Festival Día Mundial del Tai Chi y el Chikung


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IX FESTIVAL DÍA MUNDIAL DEL TAI CHI Y EL CHI KUNG, PARQUE DEL ESTE, CARACAS, 2015

Reseña
El pasado Sábado 25 celebramos en el Parque del Este generalísimo Francisco de Miranda el IX Festival Día Mundial del Tai Chi y el Chi Kung, Caracas, 2015. Recordemos que ésta es la festividad con que en el Parque del Este capitalino celebramos –desde el año 2007- el Día Mundial del Tai Chi y el Chi Kung, el cual fue creado por Bill Douglas y su esposa Ángela en 1999, de modo que ya lleva 16 años festejándose a nivel mundial. Siempre recordamos en nuestras reseñas, que el primero en celebrar el nuestro país ese día, fue el profesor José Lecuna (Yong Kai, Maracay).

La apertura del Festival 2015 estuvo a cargo de los profesores Hernani Jiménez (voceador oficial del evento) y Alí Colina. El profesor Getulio Aguilera, de la escuela por tradición anfitriona del Festival, la Pachi Tanglang, hizo un breve pero sustancioso calentamiento, que preparó lo que vendría a continuación.

Se pasó entonces a la sección de talleres. La primera tanda correspondió al taller “Introducción al Abanico 18 de la profesora Yang Li” impartido por el profesor Alí Colina (Dragón Tai She Che); el taller “Tai Chi-Chi Kung Tigre-Dragón Khantai”, dictado por el profesor Johnny Rondón (Khantai Kwon), y el taller “Chi Kung de los Ideogramas”, impartido por Ivonne Duhart (Escuela Nei Dan).

La segunda tanda correspondió a los talleres “Chi Kung de 5 Elementos del Maestro Su Yu Chang”, dictado por el profesor Getulio Aguilera (Pachi Tanglang) y “Chansi Gong (Ejercicios de Hilar la Seda)”, que guió Nelson Segovia Navea (Instituto Sieng Cheng). El profesor Hernani Jiménez (Panda Gaoxing), en aras de agilizar la programación del Festival (para ese momento, algo retrasada), declinó dar su taller de “Jibengong de Sun Taijiquan”.

Los talleres tuvieron buena afluencia de público y se desenvolvieron bastante bien a pesar del ajustado tiempo estipulado para su realización (media hora). Algunas personas me han preguntado el por qué yo (Roberto Chacón) no he impartido talleres desde hace algún tiempo en el marco del Festival. La respuesta estriba en que la Organización Nei Wai Jia Venezuela, que lidera el Shifu Javier Vásquez, a la cual pertenecen las escuelas Nei Dan, Sieng Cheng y Yi Lu de Caracas (que tengo a bien dirigir), tiene por política, para este tipo de eventos, dar protagonismo a sus alumnos más aventajados. En ediciones pasadas hemos visto exhibiciones de alumnos nuestros como Javier Pernía y Alejandro Díaz, así como talleres impartidos por Ismenia Yánez y el mismo Alejandro. Incluso, mi participación en las exhibiciones se debe más que todo a la invitación a acompañarlo ofrecida por el profesor Hernani Jiménez (Panda Gaoxing).

Terminada la tanda de talleres comenzó la ronda de exhibiciones. Arrancó la Escuela Dragón Tai She Che con la Forma manos libres de 32 secuencias Estilo Yang tradicional taiwanés del maestro Tai She Che, ejecutada por sus alumnos, la Forma Chen del mismo maestro, y una exhibición de Pikua Chang de uno de sus alumnos aventajados.

Le siguieron el profesor Johnny Rondón, Flor Ávila y Jesús Pereira (Khantai Kwong) con la Primera Forma de su escuela. Después vino una exhibición de la Forma Simplificada de Qigong de Abanico del Maestro Feng, realizada por Ismenia Yánez (Nei Dan). Continuaron las exhibiciones con el Chi Kung del 5 Elementos del maestro Su Yu Chang, ejecutada por el profesor Getulio Aguilera y los numerosos alumnos de su escuela, la Pachi Tang Lang. Luego vino la virtuosa Forma 24 de Abanico de Chen Tai Chi Chuan, realizada por Nelson Segovia (Instituto Sieng Cheng).

Finalizó la tanda de exhibiciones con la Forma de Primer Duan Wei estilo Yang (solitario y Duilian) presentada por el profesor Hernani Jiménez (Panda Gaoxing) y el profesor Roberto Chacón (Nei Wai Jia Venezuela) y, ya cerrando, la tradicional exhibición de la Escuela Templo Shaolín de Venezuela. Como siempre, nutridamente aplaudidos por el público presente.

Antes de hacer las formas de cierre, el profesor Bruno Cruicci, que no pudo llegar a la ronda de talleres, impartió brevemente al colectivo su taller Introducción al Wing Chun. Bien recibido por los presentes por sus trabajos de aplicaciones de combate.

Terminó el Festival con las ya tradicionales ejecuciones colectivas generales (algo caóticas por una mala distribución del espacio) de la forma estandarizada manos libres de Yang Simplificado de 24 formas, y los tradicionales taiwaneses de Yang, formas 32 (Tai She Che) y 36 (Su Yu Chang).

Luego se pasó al almuerzo comunitario, el más desorganizado jamás visto en Festival alguno, pero no por ello menos surtido y amistoso.

Asistieron al IX Festival los profesores: Getulio Aguilera, Johnny Rondón, Roberto Chacón, Hernani Jiménez, Alí Colina, Atilio Fini, Rafael Peña, Joel Ruíz y Bruno Cruicci. Estuvieron además, alumnos de las escuelas Pachi Tanglang (G. Aguilera), Khan Tai Kwong (J. Rondón), Escuela de Bruno Cruicci, Dragón Tai She Che (Alí Colina), Panda Gaoxing (Hernani Jiménez), Nei Dan (R. Chacón), Sieng Cheng (R. Chacón), Mizong Lohan (Atilio Fini), y Ta Chuang de San Antonio de los Altos (Luis Núñez), además de Escuela Templo Shaolín de Venezuela.

El Comité Organizador del IX Festival (Getulio Aguilera y Hernani Jiménez–co-coordinadores pro-tempore, Johnny Rondón, Roberto Chacón, Ana María Ferreiro e Ismenia Yánez) agradecen la siempre entusiasta hospitalidad del “gigante gentil” del Parque del Este, la Escuela Pachi Tanglang y de su líder el profesor Getulio Aguilera, sin la cual no sería posible la realización del festival, especialmente en lo que respecta a participación y a la logística del almuerzo comunal.

Las fotos y videos del evento pronto podrán verlas en Facebook: «Amigos del Festival Día Mundial del Taichi y el Chikung», y además en la web del profesor Bill Douglas: www.worldtaichiday.org. Esta reseña también aparecerá en la página Festival Artículos (http://circulodeltao.wordpress.com/festival/festival-articulos/).

Felicitamos calurosamente a las escuelas que también celebraron el Día Mundial del Taichi y del Chikung en el interior del país y el resto del mundo. Nos veremos el año entrante nuevamente en la celebración del Día Mundial del Taichi y del Chikung.

Relevo en el Comité Organizador y los retos del Festival de cara al futuro
El IX Festival fue el último organizado por los Coordinadores del Comité Organizador, Getulio Aguilera y Hernani Jiménez. Ellos dieron paso a un nuevo tándem: Ana María Ferreiro (Khantai Kwong) e Ismenia Yánez (Nei Dan), quienes encabezarán la organización de la emblemática Décima Edición del Festival 2016. Ellas representan no sólo la emergencia femenina dentro del Comité Organizador, sino la presencia activa de las generaciones emergentes dentro de las escuelas que tradicionalmente organizan el Festival.

Hernani y Getulio dejan como su más importante legado una estructuración de Festival que se ha mostrado flexible, fluida y atractiva. El haber alcanzado una estructuración estable permitirá a las nuevas coordinadoras pro tempore el comenzar a resolver algunos problemas que aquejan al Festival desde siempre.

El primero es establecer una estrategia de publicidad que permita recuperar, por lo menos, la afluencia de público que se logró en los tres primeros festivales, donde los asistentes rondaron cifras entre 500 a 800 personas. En los últimos festivales, los asistentes quizá hayan llegado a las 200 personas como máximo, con un promedio de 100 y algo más por lo bajo. La gran mayoría pertenecen a las escuelas organizadoras del Festival, donde destaca el gigante Pachi Tanglang. Por cada diez personas presentes, 9 hacen Tai Chi u otro arte marcial, y uno es un asistente neófito. Si sigue esa tendencia, el Festival se convertirá en la celebración de un club exclusivo, sin ninguna proyección en el público en general, lo cual es contrario a la idea por la cual Bill Douglas creó el Día Mundial del Tai Chi.

El Festival funciona a través de muchos acuerdos de palabra, realizados a través del tiempo por los miembros del Comité Organizador. Ya está llegando la hora de que se haga un manual de procedimientos y un reglamento, escritos, de manera de evitar inconsecuencias, olvidos convenientes y abusos, que crean fricción entre los miembros del Comité, otros profesores y los participantes en general. Por ejemplo, debe respetarse lo de una exhibición por escuela, y también debe reglamentarse respecto a la longitud de dichas exhibiciones. También, las formas de cierre deben ser estructuradas mejor en cuanto a los espacios disponibles, para evitar el caos del IX Festival.

En cuanto a la fluidez y euritmia del festival como un todo, es importante que los horarios de las tandas sean respetados escrupulósamente, de modo que se cumplan los itinerarios estipulados. Un ejemplo de las consecuencias de los retrasos: lo tardío de la finalización del último evento contribuyó, junto a una disolución de la organización y un olvido de la “mesa común”, al caos del almuerzo comunal, que se convirtió, en ciertos momentos, en una rebatiña desesperada (en su área central), donde se descuidó al máximo el tradicional servicio especial para los profesores asistentes. También contribuyó a la desorganización evidente en el cierre del evento.

Otro problema atañe a los recursos de comunicación en el seno del mismo Festival. El Comité Organizador compró un megáfono, pero el mismo se daño. También se tenían a la mano por lo menos dos aparatos tipo boombox, con los que se pudo musicalizar gran parte del evento, pero que no pudieron ser utilizados por los voceadores para que sus mensajes llegaran realmente a todos. En los espacios abiertos y ante concurrencias grandes no muy silenciosas de suyo, la voz humana, por más potente que sea, se pierde en una medida importante. Los mismos talleristas sufren ante la imposibilidad de hacerse entender claramente ante todos los asistentes a sus talleres.

Los recursos sonoros deben estar apoyados por materiales visuales, como pancartas y carteleras. Sabemos que la implementación de estos recursos sólo es posible con cierta inversión monetaria, que es el punto débil del Comité Organizador. Hay que tomar en cuenta que los recursos visuales tendrían que ser preparados de antemano, por lo que tenderían a reducir a un mínimo improvisaciones y cambios de última hora.

Esperemos que Ana y “Meña” puedan comenzar a ir resolviendo estos y otros problemas recurrentes, así como agenciando los cambios necesarios de cara a las futuras ediciones del Festival caraqueño.

Una reflexión sobre el «espíritu» que debe prevalecer en el Día Mundial del Taichi y el Chikung
Si usted, amigo lector, entra en el website del Festival Día Mundial del Taichi y el ChikungParque del Este, Caracas (http://wp.me/PvXMQ-5O), se encontrará con una cita del profesor Bill Douglas, creador del Día Mundial del Tai Chi y el Chi Kung, con la cual se sugiere el tono y la calidad del espíritu que debería privar en los eventos celebrativos del mencionado día, como lo es nuestro Festival caraqueño.

“Para llevar esa antigua sabiduría al mundo moderno tenemos que permitirnos ser ‘flexibles’ y ‘abiertos’ al mundo en el cual vivimos y no tratar de meter rígidamente al mundo moderno en un marco de pensamiento antiguo. Esta es la razón por la cual estimulo a las escuelas en los eventos del Día Mundial del T’ai Chi y Chikung a no portar uniformes y a ni siquiera desplegar banderas o insignias. Si usamos sudaderas y franelas al hacer T’ai Chi, otros se verán a sí mismos haciendo T’ai Chi. Si nos aferramos a uniformes tradicionales, lucimos como un club exclusivo, algo por encima de los límites de las personas en general.”

Esta cita me hace recordar una escena descrita en la novela La campesina de Alberto Moravia: en 1944, una mujer ve avanzar a los ejércitos aliados a través de la campiña italiana. Los soldados marchan desaliñados, arrastrando los pies, con rostros cansados y posturas poco marciales. La protagonista se da cuenta que marchan al frente con desgano, que para ellos la guerra no representa ningún tipo de ideal heroico o guerrero. Entonces descubre que esa actitud es la que caracteriza a un ejército de ciudadanos, de personas que sólo van a la guerra para luchar contra la amenaza del despotismo, pero que lo hacen asqueados de todo lo que representa la matanza y el horror bélico. Cumplen su macabro trabajo lo mejor que pueden, con la esperanza de que el conflicto termine lo antes posible, y puedan regresar pronto a sus hogares, junto a sus familias. Ante este espectáculo de modesta grandeza humana, le parece ridícula, falsa y pretenciosa toda la exaltación de la guerra que caracteriza al fascismo, con su profusión de desfiles, penachos, estandartes e insignias.

También me hace recordar algo que escribió Alan Watts: que un ejército imposible de derrotar sería aquel que fuese invisible, inaudible e indetectable. Y redondea la idea lanzando la hipótesis de que las derrotas alemanas en dos guerras mundiales tienen que ver con el gusto teutón por las bandas militares, los desfiles y las banderas.

Volviendo al Tai Chi Chuan, Juan Goristidi, en “Hacia una nueva legitimidad” (cuya parte final publicamos en el pasado Magazine No. 489) dice lo siguiente:

“¿Cómo entendemos la función de un arte marcial en un tiempo que quiere dejar atrás la sociedad militarizada y donde las formas de agresión y violencia que impregnan la vida cotidiana y las relaciones humanas demandan respuestas que antes quedaban sofocadas por la aceptación de la destructividad humana como una realidad inevitable?”

Preocupación muy cercana a la que esbocé al comienzo de mi escrito “A cien años del comienzo de la «Gran Guerra»” (Neidan Magazine No. 469 del 21-10-14):

“Una de las preocupaciones que atraviesan algunos de mis escritos recientes tiene por tema la estrecha relación entre marcialidad y violencia, e in extremis, militarismo y guerra; tomando en cuenta que el Tai Chi Chuan, junto con el Aikido japonés, son considerados ‘artes marciales para la paz’. A su vez, esto se enmarca en un contexto más amplio: la problemática contemporánea de la guerra, los múltiples peligros que entrañan sus amenazas, siendo la más extrema el exterminio global.
Nuestra reflexión apunta a lo siguiente: ¿es el Tai Chi, como disciplina marcial, parte del problema de la violencia y sus peligros actuales, o existe la posibilidad de que haga causa común junto a las diversas alternativas planteadas para la solución del mismo? ¿Puede haber realmente una ‘marcialidad’ para la paz, o ésta es sólo otra paradoja taoísta, impracticable para nosotros los occidentales?”

Podemos afirmar, que la cita de Bill Douglas colocada al comienzo de esta sección, está inscrita en el marco de esta discusión sobre las implicaciones de lo “marcial” en el Tai Chi (o, incluso, sobre qué se entiende por marcialidad). Es decir, ¿vamos a convocar a una celebración mundial masiva –en un orbe moderno, con sus concomitantes connotaciones de fraternidad, libertad y paz-, en nombre de un arte traspasado de peligrosas reliquias despóticas y guerreristas de tipo feudal? No podemos esconder la cabeza en la arena como el avestruz ante esta paradoja. Douglas apuesta porque los eventos celebrativos del Día Mundial del Tai Chi sean lo más informales posibles, sin penachos, ni insignias, ni estandartes. Incluso va más lejos y recomienda el uso de sudaderas y franelas, en lugar de los uniformes convencionales.

Es decir, Douglas quiere que el Día Mundial del Tai Chi sea una celebración lo suficientemente relajada e informal, que pueda traspasar ampliamente los círculos exclusivos de los cultores de las artes marciales y se proyecte al colectivo de la “aldea global”. Más allá de los aspectos de difusión y divulgación del arte que persigue la celebración a la que hacemos referencia (de hacer participar al gran público en el movimiento del Tai Chi), las sugerencias de Douglas están enraizadas en características esenciales del arte.

En primer lugar, el Tai Chi Chuan es un arte marcial adaptativo, que busca hacer Tao con el otro, no imponérsele o rechazarlo. De ahí las palabras de Douglas: “Para llevar esa antigua sabiduría al mundo moderno tenemos que permitirnos ser ‘flexibles’ y ‘abiertos’ al mundo en el cual vivimos y no tratar de meter rígidamente al mundo moderno en un marco de pensamiento antiguo.”

En segundo lugar, el Tai Chi Chuan es un arte marcial profundamente humano, que no pretende formar guerreros invencibles con características sobre humanas (mayor fuerza, velocidad, precisión, resistencia, etc.), sino que se basa en el cultivo de aspectos psico-físicos al alcance de cualquier hombre, como su respiración, su diseño bio-mecánico gravitatorio, su capacidad de alerta y relajación, etc. Y, sobre todo, la aceptación franca y germinativa de su “consciencia de fracaso”, cosa que, en términos del maestro Cheng Man-ching, se expresa en la frase “invertir en la pérdida”. En otras palabras: hacer de nuestra condición de errare humanum est, una fuente de vida y sabiduría.

En tercer lugar, el Tai Chi es el arquetipo del pensamiento chino que fórmula que ante los conflictos humanos, la solución viable de los mismos es cultural y no militar. Tai Chi y no “muralla china”. Es decir, apostar por hacer Tao (integración dinámica), y no por la separación y el rechazo (estancamiento). Tew Bunnag llevará eso al trabajo interior, formulando que el Tai Chi es un “lenguaje” para descubrir y trasmutar la propia violencia. Justamente, el Día Mundial del Tai Chi está concebido para ir desmantelando también todas las divisiones y “campos minados” que separan a los cultores de las artes marciales: linaje centrismo, diferencias de estilos y variantes, conflictos personales, competencias profesionales, etc., etc.

En cuarto lugar, la actitud “marcial” del practicante del Tai Chi –muy poco comprendida y mucho menos practicada- es la serenidad, no la ferocidad, la altanería ni la agresividad (tipo Bruce Lee). La actitud abierta (de contactar y recibir para hacer Tao) y relajada del taichichero –la esencia de su “marcialidad”- está definida por la sonrisa serena –“alma serena como la calma de los mares”- que esboza el cultor profundo del arte. No necesita más. Todo lo externo que se traiga para mostrar marcialidad –uniformes, estandartes, actitudes y disciplinas militares, inflexibilidad, autoritarismo, fariseísmo (falso apego a valores y tradiciones que se desconocen), etc., al igual que las fanfarrias y banderolas fascistas, sólo terminan por ser disfraces para ocultar la falta profunda de serenidad, alerta y suavidad –los pilares de la marcialidad del Tai Chi. De modo que se puede decir de los que apuestan por la ostentación de una marcialidad “exterior” (sobre todo, de los “fariseos del Tai Chi”, que, “más papistas que el Papa”, se rasgan las vestiduras por cosas que ni practican ni entienden en profundidad): “dime de qué te jactas y te diré de qué careces”.

Douglas no está diciendo tampoco que se debe eliminar la formalidad marcial del Tai Chi. Lo que sugiere es que los espacios apropiados para ésta son las competencias deportivas y las exhibiciones formales, no los festivales ni las celebraciones, especialmente las del Día Mundial del Tai Chi. En esos espacios integradores y participativos, liberados de la formalidad deportivo-marcial, es harto contra producente y disonante el aparecer como grupos privilegiados y excluyentes de guerreros anticuados, haciendo gala de excesivo tribalismo, despreciándose y excluyéndose competitivamente entre sí, y discriminando también –por la sola actitud- a las personas comunes que modestamente desean integrarse y participar.

En definitiva, las sugerencias de Douglas con respecto a las celebraciones del Día Mundial del Taichi y el Chikung, son propuestas clave para comenzar a crear una “cultura Tai Chi” (y Qigong) global, cuyas bondades deberían alcanzar primero a los cultores del arte, para qué, predicando con el ejemplo, puedan llegar también al hombre común, al “ciudadano de a pie”.

En nuestro festival caraqueño ya se han logrado algunos aspectos de los sugeridos por Douglas, como el no llevar los estandartes de las escuelas, y el que se concurra con uniformes de faena (franelas y monos). Sin embargo, estamos lejos todavía de aceptar plenamente al Festival como un espacio para concurrir en sudaderas, sombreros, chalecos y bermudas, como vemos en los videos de muchas celebraciones en EEUU y Europa. Siendo que el uso normal de estas prendas cómodas (o de protección ante inclemencias del ambiente) sólo revela que se está dentro de un espacio festivo proclive a la intimidad y la camaradería (por ende, un espacio NO formal), un ámbito de profunda libertadtolerancia y respeto mutuo.

El verdadero respeto siempre es hacia el otro (el prójimo), y tiene por centro fundamental la aceptación y cuido de su persona integral, de sus derechos y sus decisiones como persona adulta. El respeto al otro deja de existir cuando se abusa de su confianza o simplemente se le agrede en nombre de preceptos morales idealizados o valores abstractos (como lo puede ser la glorificación de una nebulosa y hasta ridícula idea de “marcialidad”), que en nuestro mundo des-sacralizado sólo puede significar la proyección profusa de moralina, pura y simple. Parafraseando un poco a Voltaire, el espíritu de la verdadera marcialidad del Tai Chi debería basarse en lo expresado en la frase: «No comparto lo que dices y haces, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo y hacerlo.»

En el Artículo No. 3 de los Reglamentos Internos de las escuelas pertenecientes a Nei Wai Jia Venezuela, se enumeran las normas de ética marcial, la primera dice así: «Respeto: hacia uno mismo, hacia los profesores, hacia los compañeros, hacia otros practicantes y profesionales, hacia otras escuelas, hacia otros sistemas marciales, etc.» ¿Podría justificarse, por ejemplo, un acto de agresión hacia una persona escudado bajo las palabras de “respeto” y “marcialidad”, cuando esta acción contradice flagrantemente la primera norma ética marcial, y hasta la jerarquía sobre la que se funda la institucionalidad de las artes marciales (el respeto hacia el profesor de cualquier escuela)?

Este tipo de incoherencias de mente y corazón (síntomas graves de falta de integración), que hemos podido palpar en el trascurso de los Festivales, festividades que debieran ser los ámbitos por excelencia de la tolerancia que anida en el espíritu del Tai Chi y el Qigong, nos muestran lo lejos que estamos todavía de establecer aquí una “cultura Tai Chi”, de estar en el Camino, no de practicar Tai Chi, sino de dejar que el Tai Chi (como arte alquímico) se realice a través de nosotros.

Siendo el Tai Chi un arte interno, por ende, más cercano a la idea de Alan Watts de un luchador eficiente (invisible, inaudible, etc.) y del humanismo implícito en el arte (hombres comunes que saben defenderse, pero que trabajan constantemente por balancear y transmutar sus niveles de violencia) -entonces, en las antípodas de la pomposa y machista parafernalia militarista, feudal y fascistoide -insignias, estandartes, etc.)-, debería en principio ser fácil de asimilar, en el marco de lo que persigue globalmente la celebración del Día Mundial del Tai Chi, lo sugerido por Douglas.

El que no sea así dice mucho sobre los límites del arte del Tai Chi en cuanto a su vertiente de trabajo interno. Trabajo cuyo resultado más básico sería el de dejar de ver la paja en el ojo ajeno para poder ver la viga en el propio. Igual que pasa con las religiones o con ideas en apariencia muy buenas, como el socialismo o la democracia, el Tai Chi (o su “ideología”) también puede servir para encubrir y justificar –hacer pasar por “buenas”, acciones y actitudes reprobables: prejuicios, intolerancias, ansias de poder, egolatrías de todo tipo, fantasías escapistas, políticas de exclusión, abusos diversos, venganzas, conductas de irrespeto y agresión a las personas, experimentos despóticos, propaganda maliciosa, difusión de discursos falsos (que van desde imponer una visión interesada sobre linajes y enseñanzas hasta intentos de fraude públicos), imposturas de ortodoxias infundadas y un vasto etc., que incluye verdaderos ríos de moralina.

Un camino de mil millas comienza con un solo paso. Espero que esta reflexión ayude a proseguir por la Vía y perseverar, tal como Bill Douglas ha tenido a bien sugerirnos, al referirse a la forma de celebrar el Día Mundial del Tai Chi y el Chi Kung.
R. C.
Nei Dan Magazine No 490 (28-04-15)